Así como Dios creó la tierra como un lugar para que viviera y
adquiriera experiencia, también lo creó a usted. Y le dio un cuerpo de
carne y hueso a imagen de Su cuerpo glorificado. En el Antiguo
Testamento, Dios dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza” (Génesis 1:26). Jacob declaró que había visto a Dios “cara a cara” (Génesis 32:30). Moisés también habló con Dios “cara a cara, como habla cualquiera con su prójimo” (Éxodo 33:11). En el Nuevo Testamento, cuando el Cristo resucitado se apareció a Sus apóstoles, les dijo: “palpad y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo” (Lucas 24:39).
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